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 Notas de Viaje.

El primer día, el 1 de setiembre, salimos de Hendaya a las 11,05 en el TGV para llegar a Paris a las 16,40. Lo pasamos estupendamente bien en el tren. Hicimos muy buenas amistades, que fue lo fundamental. El viaje en tren se nos hizo muy corto y cómodo a la vez.

Una vez que llegamos a Paris estuvimos algunas horas esperando al tren de la noche. Nos perdimos en el metro, a causa de unas obras que nos cortaron el paso. No sabíamos muy bien cómo llegar a la línea del metro que nos llevara a la Gare du Nord, pero al fin lo conseguimos.

Después de pasar toda la noche en las literas, llegamos finalmente a la esperada estación de Hamburgo! Allí estaban todos nuestros amigos alemanes, esperando nuestra llegada. Estuvimos seis días en Großhansdorf. En la escuela nos dieron una comida de bienvenida, preparada por los alumnos: los spaguetti estaban riquísimos! Y en la escuela tuvimos dos jornadas de taller: grabado en madera y modelado. El jueves a la tarde hicimos una merienda-cena en la escuela.

Durante esos días hicimos varias excursiones a Hamburgo: visitamos el Kunsthalle, el Museum für Hamburgische Geschichte, dimos un paseo en barca por el enorme puerto y estuvimos en el Hamburg Dungeon, una especie de Laberinto del Horror.

El día 8 llegamos a Berlín. Todo era espectacular, la gente, el ambiente, los edificios … lo nunca visto. Por fin, después de tanto esperar, ya estábamos en la capital de Alemania. Era increíble! Qué bonito! Nos alojamos en un hotel muy majo y muy cómodo.

Los siguientes días visitamos diferentes edificios y museos: la cúpula del Reichstag, el Jüdisches Museum, el Museo de Arte Moderno, en Pergamonmuseum en la Isla de los Museos, las Galerías Lafayette, el edificio Sony (precioso, espectacular!).

La verdad es que fue muy cansado, pero mereció la pena. Fue una de las mejores experiencias de mi vida! Después de estos pocos intensos días tuvimos que coger el tren que nos llevaba a Kassel. Fue una pena porque lo pasamos tan bien en Berlín … que nunca lo podremos olvidar!

El día 11 llegamos a la pequeña ciudad de Kassel. Fue mucho cambio venir de Berlín a una ciudad pequeña y tranquila como Kassel. Comentando un poco el alojamiento: algunas quejas, mucho asombro por el albergue. Pero eso era lo que queríamos, un verdadero albergue donde te encontrabas gente de distintas culturas. Fue una experiencia chocante, pero de las que merece la pena vivirlas.

Pateamos los edificios que albergaban la Documenta. Arte moderno, pero no me gustó mucho. Algún video, alguna instalación … poca cosa. Una anécdota: el jueves al atardecer, en las terrazas que dominan la explanada frente al Museum Fridericianum, una orquesta de hispanos ofreció una fiesta con música latinoamericana: boleros, tangos y cosas así; se metieron al público en el bolsillo.

Finalmente llegó la hora de dejar Kassel y de volver para San Sebastián, mientras los alemanes cogían unas horas antes que nosotros el tren hacia Hamburgo. Un momento angustioso, del que a nadie y menos a mí nos gustaba hablar. El sueño y la ilusión habían terminado. La ilusión con la que veníamos el 1º de setiembre se transformaba en pena, al ver que al montar en el tren dejábamos atrás una maravillosa experiencia que jamás olvidaremos.

Lo único que me queda es dar las gracias a nuestros profesores por hacer esta ilusión realidad y también a Herr Müller, por el estupendo trabajo realizado para nosotros durante toda nuestra estancia en Alemania, y a nuestros amigos alemanes también por la acogida que nos han dado.

Nerea Arbona/Heike Heinemann