Los estudiantes alemanes y donostiarras, con sus profesores, en
el Instituto Usandizaga. [SARA SANTOS]
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Bocadillos, Ibarrola y los juegos de la playa de Ondarreta. Esos son los
mejores recuerdos que se llevan del País Vasco los doce alumnos del
instituto Emil von Behring, de Grosshansdorf, cerca de Hamburgo, que han
pasado quince días conociendo las últimas propuestas del arte vasco. En su
calendario de actividades, la visita al bosque de Oma, el Guggenheim,
Chillida Leku, los apóstoles de Oteiza en Arantzazu y Arteleku. Sus
anfitiriones, alumnos del instituto Usandizaga-Peñaflorida. Y la vía de
contacto, el programa europeo Comenius, diseñado para estimular los
contactos entre jóvenes de la UE.
«En setiembre 15 estudiantes de alemán del instituto Usandizaga de
Donostia se trasladaron a Alemania y ahora han sido los estudiantes alemanes
los que han venido aquí», explica Patxi Iturrioz, profesor de alemán y
coordinador de programas europeos del centro. «El intercambio tenía que
realizarse dentro de este curso y diseñamos un proyecto artístico y
lingüístico que entraba dentro de los objetivos marcados por la Unión
Europea».
Personaje renacentista
El programa toma el nombre de Jan Amos Comenius, personaje checo nacido en
1592, que está considerado el precursor de la pedagogía moderna. Se
admiten proyectos que busquen mejorar la calidad de la enseñanza, reforzar
su dimensión europea y promover el aprendizaje de idiomas y la movilidad.
A los 16, 17 y 18 años, ¿quien puede resistirse a viajar? «Tengo en casa
a dos estudiantes, Patrick y Philipp y la relación es muy buena, aunque
cuando nos juntamos todos, tendemos a ir los de cada instituto agrupados. Es
cuestión de costumbre». Aún así, programas como Comenius sirven para
acercar distintas formas de vida. En su visita a Alemania visitaron Berlín
y la famosa feria de arte Documenta, de Kassel. El balance es positivo,
aunque como explican Estibaliz Haro y María Iñiguez, «cuesta
acostumbrarse a los cambios». «Las comidas son distintas y los horarios
también. Allí a las siete de la tarde, cenan. Creo que nuestra calidad de
vida es mejor».
De esta manera opina Renate Schoeneich, profesora de arte que acompaña a
los alumnos alemanes. «Lo que más me ha gustado es la manera de vivir de
aquí y el Chillida Leku», afirma. Klaus Müller, director del instituto
alemán, considera que «la visita ha sido un buen complemento al trabajo
que hemos realizado en Alemania».
Del recorrido cultural realizado, los alumnos alemanes se quedan con
Ibarrola y el bosque de Oma, en Vizcaya. «Tuvimos la oportunidad de hablar
con el artista durante una hora y media», recuerda Tabea. «Nos explicó su
filosofía, su manera de entender el arte y su concepto de la
tridimensionalidad, reflejado en los árboles pintados de Oma».
La visita a Ibarrola les puso enfrente la otra realidad del País Vasco. «Vimos
las pintadas contra el artista y sabíamos que había un problema de
violencia antes de venir. Nuestros padres nos han hablado de la Baader
Meinhoff y no comprendemos los motivos por los que hay violencia aquí».
Entre el Kursaal y el Guggenheim, se quedan con la obra de Ghery. Del monte
Igeldo se llevan el recuerdo de sus paraguas rotos por el viento. ¿Y los
pinchos?. «Vienen con poco dinero, son estudiantes», recuerda el profesor.
«Nos han gustado los bocadillos, la tortilla y las ensaimadas cubiertas de
chocolate», dicen.